Indudablemente, esta semana los titulares se los ha llevado la derecha. El candidato gallego la ha montado en dos fases. Primero anunciando el fichaje de un empresario muy conocido. Especialmente, por haber usado una empresa para hacer política. Y muy hábil para hacer felices a los accionistas. Quizá por eso lo han escogido. Para hacer felices a algunos accionistas. Es aragonés. Pero no ha querido presentarse en ninguna circunscripción aragonesa. Ni quiere venir a hacer campaña a Aragón. Dice que por respeto a sus amigos aragoneses de otros partidos políticos. Creo que hay dos razones más reales. Una, que en este país todavía hay mucha gente para la que sólo existe Madrid. La periferia no importa. Sólo la que amenaza con irse. Es un desprecio sistemático de los partidos políticos hacia lo que significa representar las aspiraciones de todos. Dos, que el partido al que va a representar va llevar políticas impopulares dentro de los límites del viejo reino. Y el señorito no quiere desgastarse con temas banales. Al tiempo.
La segunda fase del protagonismo del candidato gallego ha sido menos agradable para él y sus copartidarios. Han negado las posibilidades de un cierto alcalde para presentarse a estas elecciones. Volvemos a lo que decía antes. Como es el alcalde de Madrid y se quería presentar por Madrid, el follón está montado. Entonces se justifican muchas cosas. Por ejemplo, que no conviene que se compartan dos responsabilidades políticas en una persona. Pero claro, luego se encuentra que hay otras seis alcaldes en comunidades periféricas que sí se presentan. Da igual lo que se haga fuera de Madrid. Y se sorprenden de que florezcan los nacionalismos.
En la fotografía de hoy, un detalle tomado en el Casco Viejo de Zaragoza en una agradable mañana de domingo en enero.
Canon EOS 10D
EF 70-210/3,5-4,5 USM
Focal: 145mm
ISO 400
Exposición: f/5,6 - 1/400s
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