Una maravilla.
Al viajero le llama en particular la escena sobre la matanza de los inocentes. Es curioso la afición de la Iglesia Católica a regodearse con el dolor y el sufrimiento. En esta escena, llama la atención cómo el artista llama la atención del espectador sobre la condición de los niños sometidos a martirio. Mientras que los niños todavía vivos en brazos de sus madres son de marmol blanco, aquellos que ya han sido asesinados son de un enfermizo marmol amarillo. Increible la expresividad que con tan sencillo recurso cosigue el artista.

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