

No nos engañemos. En la actualidad, y en según que épocas del año, lo que más ahí son turistas que abarrotan tranquilos e ilusionados, las terrazas de las cafeterías y los restaurantes que bordean la Piazza.

Pero no son raros los propios sieneses, especialmente gente joven que acuden con el buen tiempo a tomar el sol, mientras conversan de sus cosas.

Todo ello sin olvidar, por supuesto, el inevitable aspecto comercial del asunto. Porque allí donde se reune un público, unos potenciales clientes, allí se vende lo que haga falta. E incluso, o sobretodo, lo que no hace falta.

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