Hoy en día es difícil encontrar ese glamour. Las actrices de hoy son más materiales, más vulgares, más carne de la prensa del higadillo banal, cutres en sus manifestaciones públicas... y qué decir de su presencia en pantalla. Qué difícil es combinar el glamour con una buena interpretación.
Y qué vamos a encontrar entre las actrices más jóvenes. Meras piezas de carne decorativa para para adornar películas de acción donde un testosterónico macho se dedica a realizar exceso altamente increibles, mientras destroza varias docenas de coches con explosiones pirotécnicas. O tontas adolescentes de 15 a 45 años, que viven eternamente en un ambiente estúpido de instituto.
Pero parece que algo de inteligencia aparece de vez en cuando a orillas del Pacífico en el sur de la California estadounidense. O sea Hollywood. Y es el caso de la rubia, pálida, bajita y sensual Scarlett Johansson. Esta joven actriz de aspecto nórdico y talla y curvas más mediterráneas, muestra una capacidad relativamente camaleónica para pasar de la joven desorientada de Lost in Translation a la adolescente que se busca a si misma en el pasado de su madre de A love song for Bobby Long. De la modosita criada flamenca de Girl with a Pearl Earring a la fatal aspirante a actriz que complica la vida del irlandés en Rhys-MeyersMatch Point. Y siempre destilando esa sensualidad, ese glamour de sus labios rotundos, de su voz grave y profunda (para quien disfruta de las versiones originales) y de la rotundidad de sus femeninas formas.
No es que no halla hecho algún bodrio que otro. De esto no se libra nadie hoy en día en Hollywood. A evitar la lamentable The Island. Pero... está empezando... y no hace malas elecciones en sus papeles. Tiene mucho tiempo para madurar y mejorar todavía. Como decía en el título... ¡que no se malogre, por favor! ¡Y que otras sigan su ejemplo!

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