martes, diciembre 27, 2005
Un mar de algodón y hielo
26 de diciembre. Es el quinto día consecutivo de niebla cerrada y temperaturas continuas por debajo de los cero grados en Zaragoza. Así que ya no hay más remedio. Cogemos el coche, las cámaras fotográficas y escapamos.
El destino elegido, los alrededores del Castillo de Loarre, y a partir de ahí, lo que dé de sí la mañana siempre que haya una luz razonable para tomar fotografías. Y desde las estribaciones del castillo paramos para ver el mar de niebla, bajo el cual la tierra se hiela. La transición es relativamente brusca. Al pasar por Bolea la niebla es densa. A falta de un par de kilómetros para llegar al pueblo de Loarre, rodeados por los cerezos que se aparecen fantasmagóricos con su ramas desnudas por el invierno, de repente el cielo se abre y un sol radiante nos inunda.
En una curva de la carretera paramos. En el límite con la niebla, una hilera de cerezos montan guardia. Más allá, apenas alguna loma y alguna torre de alta tensión sobresalen. Aún más allá, nada.
El tiempo ya está cambiando. Hoy ha llovido un poco en Zaragoza. Las temperaturas han subido por encima del cero. El hielo ha desaparecido. Y con él, también, un poco de la magia del invierno.
Publicado por Carlos Carreter a las 18:05
Etiquetas: fotografía personal
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