300 (2006), 1 de abril de 2007
Debo reconocer que antes de ver la película estaba bastante imbuido de la expectación que había levantado el filme. Como antecedentes, varios:
- El recuerdo que en mi muy joven mente produjo la película El león de Esparta, cuando la vi hace muchos, muchos, muchos años. Probablemente, este peplum, hoy en día me gustaría más bien poco. Pero es lo que tienen los recuerdos...
- Mi tradicional interés por las películas de carácter histórico, que tradicionalmente me lleva a sumirme en profundas decepciones.
- La moda de las adaptaciones de aventuras o novelas gráficas, con resultados dispares, pero que cuando menos refrescan los aspectos visuales del cine. Particularmente, el buen sabor de boca que me dejó Sin City del mismo autor que la que aquí nos ocupa, Frank Miller.
Por lo tanto, con una particular disposición de ánimo, con la mente lo más abierta posible y aprovechando que donde mejor se está en una lluviosa y desapacible tarde de domingo es en una sala de cine, me dispuse a apreciar el largometraje dirigido por Zack Snyder.
En primer lugar, los aspectos técnicos. Hay que reconocer que las técnicas modernas en las que se combinan las actuaciones humanas con los decorados digitales, películas por lo tanto a caballo entre el trabajo con actores y la animación, no dejan de impresionar por su capacidad de transportarnos a ambientes o mundos muy específicos, siendo muy aptos para las traslación fiel del cómic a la gran pantalla. Desde este punto de vista, poco hay que reprochar. Aunque tal vez no siempre se obtiene todo el impacto que se debiera de lo que es el paso de las Termópilas, la cosa funciona.
En segundo lugar, la historia. Aquí la cosa empieza a fallar. No he leído la aventura gráfica, pero aquí la historia da para poco, y algunas cosas, como las "aventuras" de la reina (interpretada por Lena Headey) aparecen un poco forzadas y sin que tengan gran cosa que aportar, salvo en cuestiones que comentaremos más adelante. Con un desarrollo de la batalla que tiene más del "señor de los anillos" que de otra cosa, la cuestión no da para mucho. Aunque la película no tiene un metraje excesivo, aun se podría haber contado en menos tiempo. Todo es muy lineal, y con poca sutileza, no hay sorpresas.
En tercer lugar, la interpretación. Pues nada. Da igual. Todo es demasiado elemental para que se pueda apreciar. Lo importante es que todos los buenos esté muy cachas y parezcan tremendos bistecs, empezando por Gerard Butler, como rey Leonidas. Del resto, no hay gran cosa que comentar... personajes lineales, sin matices, al servicio de una imagen visual.
Finalmente, lo que desde mi punto de vista crucifica la película. Es un panfleto. Un panfleto que podría haber firmado cualquier ideólogo ultraconservador, convencido de la supremacía europea y blanca, y con ese peligrosísimo discurso según el que hay una misteriosa y para mí incógnita relación entre los valores militares y la libertad. Veamos algunos casos:
- Los persas de la película y de la novela gráfica son negros o deformes, mientras que los persas de la realidad eran un pueblo de origen indoeuropeo, al igual que los helenos, los celtas, los germanos u otros pobladores o culturas que actualmente reconocemos como europeos. Pero parece que a los creadores de este evento no les parece que eso sea suficiente, y deciden que tienen que ser negros y feos. El idioma persa también tiene raíz indoeuropea tanto en la actualidad como en la época de los aqueménidas. Pero esto es lo de menos. El problema está en que para algunos los malos han de tener un aspecto racial distinto. Es perpetuar más de lo mismo en un mundo que no anda sobrado de tolerancia entre culturas.
- La película tiene un fuerte tufillo homófobo, especialmente por la representación del rey Jerjes I como si fuera una drag queen al uso, siendo estúpidamente ridículo. Por supuesto, los espartanos son unos machotes de tomo y lomo sin la menor ambigüedad. Es curioso todo ello, porque es conocido que en aquella época, donde todavía no se habían impuesto las religiones monoteistas, las relaciones bisexuales no estaban mal vistas, especialmente en Grecia clásica, donde estaba reconocida dentro del esquema social la institución de la pederastia (que es distinta del delito que actúalmente conocemos con el mismo nombre, y que por supuesto a mí me repugna; esta es una palabra que cambia de sentido según el tiempo y las sociedades).
- Por alguna razón desconocida, frente a la belleza corporal de los leales espartanos, el traidor Efialtes es un jorobado deforme, opción que haría palidecer de envidia a simpáticos propagandistas de la supremacia europea o "aria" como un tal Goebbels.
- Por supuesto, para los autores de este panfleto, los espartanos, militares ellos, son nobles y de alto espíritu, mientras que los que no son militares son débiles, cobardes, dados a la traición, e incluso políticos en asambleas representativas.
- Por supuesto, los espartanos luchan por la "libertad",... olvidando cuidadosamente mencionar o arrinconando por "motivos creativos" que era una sociedad esclavista, con una sociedad dividida en tres castas. Los espartiatas o ciudadanos, un grupo reducido dedicado a la milicia, los únicos con plenos derechos, los periecos, que se dedicaban al comercio y a la artesanía, que no eran esclavos pero carecían de derechos políticos, y los hilotas, esclavos agricultores, frecuentemente diezmados y humillados, y cuyo origen era los derrotados habitantes prehelénicos del Peloponeso. Esta es la "libertad" defendida por Leónidas y sus 300.
Sé que muchos dirán. Bueno,... pero es que todo esto no pretende estar basado en la historia real... que es un cómic. Sí. Pero un cómic con unos contenidos tremendamente reaccionarios, no inocentes, que aprovecha el halo de modernidad del medio para colarnos unas ideas tremendamente rancias; militarismo, racismo, homofobia, eugenesia... lo que "prefiráis".
Así que después de esto, y pese a las bondades tecnológicas del filme, no le puedo dar el aprobado, y le pondré un cuatro, con un seis en la dirección y otro en la interpretación.
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