Robert Altman ha sido un director de cine distinto. No voy a decir que todas sus películas fueran buenas; ni siquiera que todas o casi todas me gustasen. Pero era uno de mis favoritos. Uno de los que me caían bien.
Ayer mismo, en el artículo sobre The Queen, hacía referencia a una de sus películas, Gosford Park, en la que Helen Mirren tuvo un papel importante.
Personalmente, lo descubrí con una de las más divertidas y ácidas críticas a la guerra que se han hecho, M*A*S*H (no confundirla con la edulcorada serie de televisión del mismo título, y basada en los mismos personajes). Ahí se veía ya ese estilo de película coral, a veces de apariencia confusa, que se haría característico aunque no exclusivo de su cine. No obstante, hube de redescubrirlo en los años 90, especialmente con cosas tan interesantes como Short Cuts (Vidas Cruzadas) o The Player (El juego de Hollywood), tan divertidas como Cookie's Fortune (La fortuna de Cookie, nunca estuvo tan deliciosa la guapa Liv Tyler), o tan intensas como la antes mencionada Gosford Park.
Como he dicho antes, no todo fue bueno, e incluso hay que reconocerle algún bodrio. Pero en cualquier caso, supo salirse de los caminos trillados, ensayar nuevas formas, con el correspondiente riesgo de acertar o equivocarse. Particularmente, yo siempre le recordaré con ese cariño que uno le profesa a aquellos que le han ayudado a soñar un poco, a vivir otras vida.
miércoles, noviembre 22, 2006
Aquello fue Corea (in memoriam, Robert Altman, 1925-2006)
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