La catedral de Siena se caracteriza, entre otras maravillas, por el impresionante pavimento de marmol que adorna el suelo. El marmol, de diversos colores, forma figuras de carácter sacro o mitológico, o bien, escenas de la historia sagrada o del Nuevo Testamento.
Una maravilla.
Al viajero le llama en particular la escena sobre la matanza de los inocentes. Es curioso la afición de la Iglesia Católica a regodearse con el dolor y el sufrimiento. En esta escena, llama la atención cómo el artista llama la atención del espectador sobre la condición de los niños sometidos a martirio. Mientras que los niños todavía vivos en brazos de sus madres son de marmol blanco, aquellos que ya han sido asesinados son de un enfermizo marmol amarillo. Increible la expresividad que con tan sencillo recurso cosigue el artista.
viernes, septiembre 30, 2005
Niños vivos, blancos; niños muertos, amarillos
Publicado por Carlos Carreter a las 17:22
Etiquetas: Italia, Toscana 2005, viajes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario