domingo, octubre 08, 2006

Compulsion (1959)

Compulsion (1959), 7 de octubre de 2006.

Tras un mes sin acercarme a una sala de cine por uno u otro motivo, ayer, día en que empezaron esa locura que llaman las Fiestas del Pilar, decidimos escondernos un ratito de las masas en la Filmoteca. En estos momentos, hay en programación un ciclo dedicado al director Richard Fleischer, reciente fallecido, y que presenta una filmografía muy variada, con incursiones en el western, en la ciencia ficción, en la fantasía, en el género histórico, en fin, en temas diversos. Si he de destacar tres películas que en algún momento me han llamado la atención, señalaré la estupenda The Vikings con dos estupendos Tony Curtis y Kirk Douglas, la irregular pero interesante The Boston Strangler, nuevamente con un estupendo Tony Curtis, y la desasosegante y apocalíptica Soylent Green, con buena actuación de Charlton Heston pero sobre todo de un secundario de lujo que es Edward G. Robinson.

La película que ahora nos interesa, titulada en español como Instinto criminal, recuerda sobremanera a la posterior y superior A sangre fría de Richard Brooks. Dos jóvenes cometen un crimen sin sentido aparente y que conmueve a una comunidad. En todo momento conocermos a los criminales, de los que conocemos cosas de su carácter y sus motivaciones, pero que finalmente serán cogidos y juzgados. Pero donde la película de Brooks, casi una década más tarde, y basada en la obra de Truman Capote del mismo título, se centra en presentar unos hechos y analizar unas psicologías, Compulsion va dando bandazos entre la psicología de los criminales, confusa para el espectador, las historias secundarias que nunca presentan un excesivo interés y quedan pobremente resueltas, y un tramo final hecho a más gloria de Orson Welles, en la que la película se transforma en un alegato contra la pena de muerte.

Como se deduce de lo anterior, la película es irregular. El guion y los personajes no están bien definidos. Los actores, muchos de ellos promesas que no se acabaron de definir y acabaron pululando como secundarios en el cine y sobretodo en la TV, están irregulares también. Pero el filme tiene interés. La realización es mucho más interesante que el conservadurismo de muchos largometrajes actuales, o del delirio pastillero que suponen otros. Siempre es una bocanada de aire fresco ver cosas distintas, aunque se realizasen hace casi 50 años. Nos saca de la monotonía y la pobreza de ideas actual.

En fin, una película que tal vez no pase de un seis, con la misma nota para la interpretación y un siete en la dirección, pero que nos permitió pasar un rato agradable, mientras nos alejábamos del bullicio callejero.

Stazione Centrale, Milán (Italia)

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