Artículos previos de esta serie:
- Aquella Eurovisión (1): Presentación.
- Aquella Eurovisión (2): Una muñeca de seda y serrín.
- Aquella Eurovisión (3): La marioneta descalza.
Si las anteriores entradas respondían a recuerdos prestados o diferidos sobre los hechos acontecidos en la que podríamos conocer como "época yeyé" del festival, en la de hoy ya entramos en lo que forma mis recuerdos propios sobre el mismo. Parece mentira que con lo niño que era yo todavía, poco más de 5 años, y lo que ha llovido desde entonces, tenga unos recuerdos relativamente nítidos sobre aquella noche.
Corria el año 1968, y estaban reunidas un par de familias entorno a un viejo televisor de válvulas, sin marca conocida, montado por un técnico de barrio, por supuesto en blanco y negro. Tras el éxito de Sandie Shaw, Gran Bretaña organiza el festival en Londres, y presenta a un peso pesado del pop inglés, Cliff Richards. Estaba previsto que fuese Joan Manuel Serrat quien representanse a la piel de toro, pero exigía cantar en catalán.
¡Para veleidades vernáculas estaba el panorama nacional!
Así que, apenas sin tiempo, María Félix de los Ángeles Santamaría Espinosa, más conocida como Massiel, con 21 añitos y disfrazada de chica yeyé (que para éso es lo que se llevaba en la época), se lanza con potente chorro de voz a vociferar su ya conocido La la la. Que tampoco había que matarse mucho la cabeza con las letras de un festival como éste. Por mucho que los compositores fueran el Dúo Dinámico. Y además así lo entendían todos sin necesidad de cantar en inglés.
Si no conocen o no recuerdan la canción, con ustedes...
La verdad es que la chica no quedaba mal. No es que tuviera mucha pinta de chica yeyé. Aparentaba más bien bajita, y sin estar gorda ni mucho menos, tampoco era la típica sardinilla que se empezaba a llevar en aquellos momentos. Su voz, poderosa y rotunda, tampoco tenía que ver con la suavidad o la alegría de otras cantantes de la época. Personalmente, siempre he creído que lo que mejor se le dio siempre fue cantar las canciones de Luis Eduardo Aute... Lo hacía francamente mejor que el propio Aute, muchas de cuyas canciones siempre me han gustado, aunque el sea un soso, especialmente en el escenario. Con el tiempo, la Massielona derivó hacia la pachanga más horrenda, y nos tuvo castigados durante un tiempo una tal María de los Guardias. Terrorífico. Hasta que finalmente, paso su tiempo y desapareció.
Resultaba notable también el coro de tres mocetas, a las que se les dio por llamar Trío Lalalá, cuyos vestiditos azules no pegaban ni con cola con el carísimo diseño de la cantante. Pero todo hay que ponerlo en perspectiva. Aunque ahora tengamos la oportunidad de ver el vídeo de la actuación en color, entonces se retransmitía en blanco y negro, y esos tonos azules daban un tono claro en la pantalla más agradable que el blanco puro. Seguiremos con esto la próxima semana.
En fin, éxito patrio. Por fin eramos algo o alguien en el festival. Llegaba la edad dorada de España en Eurovisión.
En la fotografía de hoy, una vista del Royal Albert Hall, donde se celebró el festival del año 1968.
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