domingo, septiembre 17, 2006

Ay, Suiza, patria querida; ay, Suiza de mis...

Probablemente la comprensión del título de la entrada sólo será fácil para quienes vivieron la transición a la democracia en los 70s y recuerden cierto disco cantado por cantautores diversos y basado en los personajes del humorista gráfico Forges. Pero el caso es que hoy hemos estado en Suiza; en el Lago de Lugano.

El día, como casi todos, ha amanecido tristón y lluvioso en Milán. Pero al llegar a los Alpes se ha despejado. Hemos salido con retraso... se les había olvidado poner la locomotora al tren. Y ahí tenías al revisor-jefe y los maquinistas reclamando por el telefonino la locomotora de turno. En fin; Italia.

Lugano ha resultado ser una ciudad orientada al ocio y a los veraneantes, muy agradable y tranquila. Como era domingo, había todo tipo de actividades, incluido un maratón, que ha ganado un chica con aspecto muy poco suizo. Para los más tranquilos, nada como una partida de ajedrez en el parque.


Pero de lo que se trataba era de conocer uno de los Grandes Lagos, el de Lugano. Y vaya que está bien; muy bien. Y eso que dicen que no es el más bonito. Pues como serán los otros. Al grano; que nos hemos cogido un barquito que nos diera una vuelta por el lago, y nos dejara en Gandria, una pintoresca localidad en sus orillas donde dar una vuelta y comer algo.


A la hora que hemos llegado, lo primero comer. Y viendo algunos de los carteles que aparecían en los anuncios oficiales, no nos ha quedado la menor duda y nos hemos pedido "algo" (risotto o pasta, según quien) con funghi porcini (en latín Boletus edulis). Delicioso. Tras comer. Una vuelta por el pueblo.

Como curiosidad, en mi vida había visto tanta lagartija junta por metro cuadrado. Impresionante. Casi las pisas. Y todas con el rabo íntegro. Por aquí no debe haber muchos depredadores. Ni muchos niños. O estos no juegan con las lagartijas. A lo mejor por eso hay tantas. Menos mal que para compensar, hemos encontrado una colección de coches clásicos tostándose bajo el sol. Como las lagartijas; pero más monos.


De vuelta en Lugano, y mientras algunas preferían sentarse en terrazas y holgazanear, he pillado mi cámara, y me he ido a dar una vuelta en funicular. Muy mono, oiga. Lástima que se ha puesto a llover, y la vista desde el Monte Bre no ha sido todo lo espectacular que esperaba. Pero no ha estado mal. En fin, mañana más. Probablemente otro de los Grandes Lagos.


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