martes, octubre 11, 2005

Método, El (2005)

Un breve inciso cinematográfico antes de seguir con el reportaje por entregas sobre la Toscana. Ayer fui al cine y vi una película que quiesiera comentar y, si llega el caso, recomendar.

El método, película dirigida por Marcelo Pyñeiro, e interpretada por Eduardo Noriega, Najwa Nimri, Adriana Ozores, Ernesto Alterio, Eduard Fernández, Carmelo Gómez, Pablo Echarri y Natalia Verbeke.

La película, basada en la novela El método Grönholm de Jordi Galcerán, narra un proceso de selección para un puesto de directivo en una empresa de la que poco sabemos, utilizando un moderno método en el que los candidatos van eliminándose entre sí a través de diversas pruebas. El planteamiento, basado en el clásico de un grupo de personas recluidas en una habitación cuyo paradigma es Doce hombres sin piedad, es muy bueno. Si no es original, si que nos encontramos ante un modo de expresión poco utilizado en una época en la que parece que lo más importante es la acción. Y aquí, esta acción sólo puede desarrollarse a través de los dialogo entre los personajes.

Los actores, por lo tanto, deben de estar a buen nivel, así como los diálogos del guion. Y así sucede en líneas generales. Con la excepción de Natalia Verbeke, actriz muy floja, todos los actores llegan al aprobado, siendo varios los que están de notable o de sobresaliente. Uno se queda con la cosa de la pronta desaparición de escena (sí, de escena; porque el filme tiene algo de drama teatral) de gente tan solvente como Carmelo Gómez y Adriana Ozores, ambos muy bien, como de costumbre. Pero te resarces de sobra admirando a Eduard Fernándes y especialmente a Najwa Nimri, que tiene una presencia en pantalla poco habitual para un mujer con un físico no especialmente llamativo, aunque con gran atractivo. Tendremos que quitarnos de la cabeza los prejuicios de una vez. Ernesto Alterio está desde mi punto de vista flojo, no parece tener muchos registros distintos. Lo vemos haciendo el mismo papel con frecuencia, y suficientes Eduardo Noriega y Pablo Echarri, que no desentonan en absoluto, sin llegar al nivel de sus compañeros.

El guíon es correcto en líneas generales, si bien alguna cuestión queda poco comprensible, como las situaciones en los lavabos entre Noriega, Fernández y Nimri, que luego serán fundamentales al constituirse como auténticos protagonistas del filme. Y el final tiene es sabor amargo, que uno está esperando durante todo el metraje, con los mejores momentos de Najwa Nimri, convirtiéndose en la auténtica heroina de la película.

En general, recomiendo la película, a la que otorgo la puntuación de 7/10.

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