jueves, junio 07, 2007

DE IVUSTITIA

En diversas, ocasiones, y por motivos generalmente profesionales he tenido tratos con la Administración de Justicia. Cosas nada importantes, asuntos burocráticos. Cruces puntuales entre dos administraciones públicas. Pero hoy ha sido distinto. Hoy me ha tocado declarar como testigo en un juicio.

No entraremos en los detalles del juicio, que sólo interesan a las partes en disputa y a pocos más. Pero sí me gustaría hacer una crítica, constructiva a ser posible, hacia eso que dan en llamar la Justicia, de forma más adecuada Administración de Justicia, y cómo alguien ha dicho esta mañana "administración de la legalidad" o de cieta "legalidad".

La sensación general, y de alguna forma sigo citando a la misma persona, la Administración de Justicia parece que todavía considera a quienes acceden a ella como "súbditos" o en el mejor de los casos como "administrados". En cualquier caso, difícilmente alguien que se acerca a ella puede realmente sentirese como un ciudadano, es decir como un miembro de la sociedad que ejerce de forma digna sus derechos u obligaciones, y menos aún como una persona, es decir alguien con sentimientos y necesidades que probablemente sufre en sus carnes o en su psique las consecuencias de algún atropello contra su ser.

Si a esto añadimos un entorno cutre, poco o nada acogedor, rancio, y una actitud de los funcionarios distante, lejana, difícilmente se podrá conseguir que los ciudadanos, las personas, se sientan a gusto con lo que es uno de los pilares de las sociedades democráticas. Una pena. Pero esa es la sensación.

¡Qué buenos vasallos, si tuviésemos buenos señores! Quizá como estos divertidos monarcas que paseaban por La Cartuja Baja, Zaragoza

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