Como todos los sábados, salto de la cama, me preparo un desayuno, me bebo un vaso de zumo de naranja y me dedico a hojear electrónicamente las noticias de la prensa. Hoy tampoco hay grandes novedades a destacar. El ruido de fondo que constántemente nos bombardea desde los medios de comunicación.
Pero en la sección de cultura de ElPaís.com, me encuentro con la noticia de la cesión temporal de la Venus del Espejo de Velazquez por parte de la National Gallery londinense al madrileño Museo del Prado. Realizada esta obra en el período que conocemos como el Siglo de Oro español, momento en el que brillaron las artes y las letras por el solar hispánico, me sorprende el comentario de que es el único desnudo pictórico conocido o conservado del siglo XVII por un pintor español. La estricta rigidez moral reinante en nuestro país, especialmente ejercida e impuesta por la Iglesia Católica a través de los censores de la Santa Inquisición, parece que impidió la libre expresión de los temas galantes o sensuales por parte de nuestros artistas. Parece que Velázquez pintó el cuadro en Italia, donde había un ambiente de mucha más libertad. La lástima no es la actuación de tan retrógradas instituciones, clásicas cercenadoras de libertades, en aquellos tiempos. Lo lamentable es que su influencia permaneció en el transcurso de los siglos, y aun hoy tenemos que soportar las tonterías que en nombre de la "moral" y de "dios" sueltan las raídas sotanas desde sus púlpitos, o desde sus medios de comunicación. Menos mal que cada vez hay más gente que pasa de ellos.
Volviendo al cuadro, tuve la oportunidad de admirarlo en el año 90, cuando ya abandonó Trafalgar Square por el Paseo del Prado durante unos meses con el fin de sumarse a una exposición dedicada al pintor. Fue un éxito, y qu atrajo a numeroso público durante el período de tiempo que estuvo abierta. Había muchas colas. Pero en aquella época, viví durante un año en la Villa y Corte, y aprovechábamos para ir al final de la tarde, a menos de una hora del cierre, cuando la cola se había absorbido. Cada tarde admirábamos una parte de la exposición. Así, en varios días, vimos varias veces la misma. En aquellos gloriosos días, la entrada a los museos era gratis presentando el D.N.I. La Unión Europea obligó a cobrar un tiempo después... ¡Viva la promoción de la cultura! El día que dedicamos a admirar la "venus", iba acompañado de varios compañeros de la Escuela Nacional de Sanidad, de ambos sexos. Llevábamos un rato jugando a intelectuales mientras observábamos el cuadro, no sin cierto humor y sorna, cuando uno de los mozos que nos acompañaba se puso serio y comentó:
- Chicos,... pues yo prefiero a Goya.
- ¿Por qué?, le pregunté yo.
- Porque le dio la vuelta, contesto él sin perder un ápice de seriedad.
En la fotografía de hoy, una imagen tomada en las cercanías del Museo del Prado en aquella época. En concreto, el edificio de Correos y Telecomunicaciones.
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