miércoles, enero 03, 2007

Babel (2006)

Babel (2006), 2 de enero de 2007

Después de comenzar el año NO EXACTAMENTE del modo que yo prefería, pero afortunadamente con bien, opto por ir al cine, a lo que a priori es un valor seguro. Los dos anteriores filmes que he visto de Alejandro González Iñárritu me sorprendieron por su ejecución formal, moderna, pero alejada de moderneces, por su capacidad para desarrollar guiones no lineales pero altamente coherentes, por la dureza de las historias que se plantearon, con cierta desesperanzadora visión del ser humano, pero a la vez con algún destello de luz, y por el buen trabajo de los actores y actrices que participaron.

El conjunto de historias aparentemente inconexas al principio pero íntimamente interrelacionadas finalmente ilustra la siguiente tesis. Pequeños actos humanos, inofensivos por sí mismos, incluso cargados de las mejores intenciones, pueden abocarnos a dramas e incluso tragedias, relacionadas en muchas ocasiones por el constante ejercicio de incomprensión que realizamos en nuestras relaciones diarias. También evoca la existencia de ciudadanos de primera categoría que puede salir airosos con facilidad de estos dramas, y de ciudadanos que ni siquiera son ciudadanos para los que estos dramas se convierten en sistemáticamente en tragedias. Y no parece que hagamos gran cosa por evitarlo Todo ello, nos situemos en San Diego, en el Atlas marroquí o en Tokio. Hablemos castellano, inglés, árabe, japonés o el lenguaje de signos. Aunque dudo de que el motivo de la incomunicación sea el babel linguísitico y no el de los prejuicios y el de la injusticia. Resumiendo, el problema es la incomunicación global que absorbe a la especia humana.

No existen protagonistas definidos que arrostren el peso de las historias. Una vez recae en dos niños marroquíes que aparecen injustamente sepultados en la lista de intérpretes, Boubker Ait el Caid y Said Tarchani, otra vez cae en la excelente Adriana Barraza, en su papel de criada ilegal mejicana, o en la sordomuda japonesa Rinko Kikuchi, e incluso en los reyes del reparto, aunque no necesariamente los mejores de él, Brad Pitt y Cate Blanchett.

Esta es una película para la reflexión. Profunda. Al mismo tiempo es una película para el amante del cine. Para quien gusta de un guion elaborado, complejo, al servicio de un historia también elaborada y compleja. Quien quiera ver héroes y finales redondos que se quede en casa. Aunque ellos se lo pierden. Por mi parte de lo mejor que he visto últimamente. Le pondremos un nueve a la valoración global y a la dirección, y un ocho a la interpretación.

Nos miran, en la calle Sancho Lezcano, Zaragoza

2 comentarios:

Oruga Azul dijo...

He encontrado el blog por casualidad y, leyendo aquello que me ha llamado la atención, he llegado a este comentario de Babel. He de decir que estoy completamente de acuerdo con tu opinión a excepción de un detalle: tres de las historias (la del señor-tiobueno-Pitt, la de la mexicana y la de los dos niños marroquíes) tienen una conexión mucho más fuerte que la de la sordomuda japonesa; es como si el director tuviera la historia de la muchacha, no supiera como engancharla y acabara usando la excusa del rifle.
Aún así, me parece una película magnífica.

Carlos Carreter dijo...

Tal vez sea así en apariencia, pero creo que al final todo tiene su sentido. Especialmente, cómo la incomprensión de cómo y dónde vive la gente, convierte un regalo en el motivo de una ruina. Todo está relacionado. Graicas por el comentario.