Ha sido una semana intensa. Interesante. Un estímulo constante para los sentidos y para el intelecto. Una serie de ciudades enclavadas en lo que algún buen amigo considera la auténtica cuna de la civilización occidental, remontándose a los supuestamente enigmáticos etruscos.
Tras volver de Pisa, sólo queda tiempo para un paseo, ya al caer la noche, por las calles florentinas. Un último momento para retener en la retina aquellas imágenes más características. Lo que no se quiere olvidar.
Como la imagen del soberbio Ponte Vecchio ya sumido en la noche, pero siempre colorido bajo la iluminación artificial que lo hace resaltar de las negras aguas del Arno.
O la impresionante perspectiva de la Galleria degli Uffici, con sus soberbias y geométricas dimensiones, enmarcando la esbelta torre del Palazzo della Signoria, al fondo.
Y tantas otras... No, si habrá que volver algún día.
viernes, octubre 14, 2005
Es hora de empezar a despedirnos de la Toscana
Publicado por Carlos Carreter a las 17:03
Etiquetas: Italia, Toscana 2005, viajes
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