Las de la catedral y las principales iglesias de Lucca. Muestra de la prosperidad de la ciudad en otros tiempos. Del dinero que dejaba el comercio y la industria burguesa de finales de la Edad Media y del Renacimiento.
Fachadas de marmol blanco, eventualmente acentuado en marmol verde o rojo, cuyo paradigma en gracia es la propia catedral o duomo.
Pero no solamente. Rodeada de los mercadillos que ayer veíamos, San Michelle in Foro no se le queda a la zaga en gracia y se levanta majestuosa en el centro del casco histórico de la ciudad.
¿Y qué decir de los mosaicos exteriores en la fachada posterior de San Frediano? Nada tiene desperdicio.
Quizá lo único que queda antes de abandonar la ciudad, antes de dirigirse a la estación para seguir viaje, es tomarse una cerveza en la acogedora y estupenda Piazza dell'anfiteatro.
domingo, octubre 09, 2005
Fachadas blancas, inmaculadas; mirando al sol poniente
Publicado por Carlos Carreter a las 18:31
Etiquetas: Italia, Toscana 2005, viajes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario