Hace días que no os hablaba de cine, enredado como estoy en ir narrando poco a poco mi viaje por la Toscana.
Pero hoy, acompañando a una imagen de las torres de San Gimignano, comentaré brevemente las dos últimas películas que he visto.
Primera: El Mercader de Venecia, adaptación del drama de Shakespeare, dirigida por Michael Radford, e interpretada por ilustres como Al Pacino como Shylock, Jeremy Irons como Antonio el Mercader de Venecia, otros no tan ilustres pero notables como Joseph Fiennes como Bassanio, y otros más jóvenes, y quizá no siempre a la altura de los anteriores. La película está espléndidamente ambientada, y en ella son notables los pasajes más dramáticos, casi siempre coincidentes con la presencia de Pacino o Irons o, mucho mejor aún, ambos. Más floja y con menos ritmo en los pasajes galantes del buen Bassanio y la bella Portia. No obstante, es de obligada visualización por parte de los fans de las adaptaciones teatrales al cine. En general, yo le daría algo como un siete.
Segunda: Princesas, película de Fernando León de Aranoa, que sigue pintando con maestría un fresco cinematográfico de la sociedad española de hoy. La del Siglo XXI de verdad y no la del Siglo XXI de la propaganda. Dos prostitutas interpretadas por (prostituta española, castiza, del barrio, y actriz de lo mejorcito que hay y ha habido en el cine español) y Candela PeñaMicaela Nevárez (prostituta dominicana, de cuerpo impresionante, pero de más impresionante corazón, también más que estupenda la actriz), representan una buena parte de los conflictos personales de muchos. No sólo de las prostitutas. Por las inseguridades. Por la soledad. Por la necesidad del otro. Realmente, una película que conmueve. Que invita a pensar. Y a sentir. Yo le sacudo un nueve. Pues eso. Que conste.
Mañana, si tengo un rato, os hablaré de San Gimignano.
lunes, octubre 03, 2005
Mercaderes de Venecia y Princesas
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