Una de las penas que hemos de sufrir en este valle de lágrimas son las fiestas populares. Entendámonos. No es que esté en contra de que la gente (el pueblo, de ahí lo de "populares") se divierta. Lo que me carga un poco es la oferta de diversiones que se pone a disposición de la gente.
Primera quincena de octubre. Esto es Zaragoza. Luego llegan las Fiestas del Pilar. Gente por todos lados. Montones de gente. De hecho la publicidad del Ayuntamiento se basa en eso. "Todos a la calle". Con tal de que haya mogollón, todo va bien. Los políticos la llamarán "un éxito de la participación ciudadana". En fin...
Las suelo evitar. Pero de vez en cuando uno sale un rato. Una buena gente te llama... Y si salimos... Y si tomamos un chisme... Y si nos vamos... ¡¡¡a la Oktoberfest!!!, remedo nimiocutre de la fiestas de la cerveza bávaras.
La caspa. Una carpa con varias decenas de mesas y bancos dispuestos cual comedor colectivo de un "Stalag" (campo de prisioneros alemán), que es lo propio. Para beber, cerveza en jarras de litro... ¡¡¡de plástico!!! Y unos tipos con pantalones cortos cantando marchas teutonas. Para comer, salchicas de plástico con puré de patatas frío.
Menos mal que uno no depende del ambiente para pasarlo bien. Que para eso está la compañía. Y aunque el día no acompaña (fuera la sequía llega a su fin, y hasta este lejano lugar llegan los ecos de las tormentas tropicales del Atlántico), hacemos unas risas.
Eso sí. A la salida una advertencia. No llevarse la jarra... ¡¡¡de plástico!!! Vaya. Yo que me iba a preparar el ajuar.
jueves, octubre 27, 2005
La "Oktoberfest" o de las cutrefiestas populares
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