domingo, enero 01, 2006

El año nuevo, Cecil B. deMille y la ira de Dios

Helada en las cercanías de Ayerbe (Huesca)

Como buen día de Año Nuevo, festividad pensada para "atocinarse" en casa tras los excesos de la víspera, las televisiones nos premian/castigan con grandes superproducciones cinematográficas o con estúpidos resúmenes de los no menos estúpidos programas de celebración de la Nochevieja anterior.

Para cualquiera que haya seguido con cierta frecuencia este Cuaderno de ruta habrá supuesto que yo he optado por "apoltronarme" ante alguno de los habituales "películones" propios de la fecha. Y para peliculones, Cecil B. deMille. Y entre ellos, cómo no, Los Diez Mandamientos, con el caracartón de Charlton Heston haciendo lo que más le gusta, el fantochón carca. He de reconocer que la película es un alarde. Y no aburre en absoluto. Aunque chicos/as... yo... qué queréis que os diga... a mi los que me gustan son los malos. Yul Brynner de faraón, Ann Baxter de princesa/faraona rencorosa y despechada, o Edward G. Robinson de gobernador que se beneficia a la más estupenda esclava hebrea. Y el súmmum, las orgias de los hebreos en el desierto, dados a la gula, la pereza y la lujuria. ¡Qué gozada! ¡Qué orgía! ¡Qué desefreno!

Lo que pasa es que ya se sabe... llega el de las barbas con Moises de vocero, se cabrea, empieza a tronar, unas cuantas llamaradas, unos cuantos primogénitos apiolados, y se acabó la diversión. Nada más aburrido que las consecuencias de la ira de Dios.

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