miércoles, julio 11, 2007

El pronóstico del tiempo daba un 70% de probabilidad de lluvia sobre Tallín... ¿dónde ha ido a parar el otro 30%?

No ha parado. No ha sido intensa, pero no ha parado. La lluvia. Hoy hacía falta paraguas para visitar la bella capital estonia. Esto no nos ha desanimado.

En primer lugar, hemos visitado algunos lugares de la ciudad medieval que ayer encontramos cerrados. Nos ha parecido realmente interesante el edificio del antiguo ayuntamiento. Un edificio de carácter claramente "hanseático" que domina la excelente Plaza del Ayuntamiento, una de las plazas más bonitas que he visitado en los últimos tiempos. En la misma plaza, se puede visitar una de las farmacias más antiguas de Europa todavía abierta al público, que entra más a visitarla que a adquirir los específicos adecuados para sus dolencias. Encantado me he quedado con las viejas recetas. Después hemos seguido visitando, bajo la lluvia constante otros rincones característicos de la capital estonia.



Una vez hemos dado por terminado la ciudad medieval, hemos cogido uno de los pequeños y coquetos tranvías que se dirigen hacia el Kadriorg.

En el Kadriorg, una amplia área verde, encontramos un palacio de la época zarista actualmente reconvertido en pequeño museo de bellas artes, en cuyas salas, no carentes de interés nos hemos refugiado un rato de la lluvia. A la salida, hemos encontrado que sus jardines estaban cerrados al público por estar reservados para la celebración de una boda. No han tardado en abrirlos y aun hemos podido visitarlos así como ver cómo una novia, de aspecto absolutamente veraniego, se fotografíaba estoicamente bajo las fría lluvia con las invitadas.



De vuelta al hotel para descansar un rato antes de dar un último paseo por la tarde, hemos podido ver algunos viejos edificios de madera, similares a los que vimos en Finlandia, aunque algunos de ellos en mal estado y abandonados. Espero que los restauren. Quedará un bonito barrio. Mucho mejor que los feos edificios de la época soviética que se ven a aquí y allá con su feo cemento (y que por supuesto, por feos, no saldrán aquí).

La tarde ha sido tranquila. Ha parado de llover. Nos hemos dado una última vuelta por Tallín. Hemos oído conciertos de jazz vocal cantado en estonio al aire libre. Hemos comprado y hemos cenado en un restaurante ruso. Dos camareras muy graciosas y divertidas (y guapas). Mañana volvemos a Helsinki, antes de coger el vuelo a Barcelona el viernes. Supongo que también mañana podré mandar un último artículo del viaje. Y si no, hasta la vuelta.

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