lunes, mayo 14, 2007

Retrato de un obsesión (2006)

Retrato de una obsesión (Fur: An Imaginary Portrait of Diane Arbus, 2006), 13 de mayo de 2007

Había varios motivos para ir a ver este largometraje. Fundamentalmente, dos. Por un lado, la presencia de la siempre imponente Nicole Kidman, siempre atractiva, aunque a veces irregular como actriz. Por otro lado, para mí, aficionado a la fotografía, la representación que de la personalidad de la fotógrafa Diane Arbus nos ofreciese esta historia cinematográfica dirigida por Steven Shainberg, de quien tuve la ocasión de ver la curiosa Secretary.

Dos cuestiones previas. El título que le han puesto a la versión en castellano no tiene absolutamente nada que ver con el título original, lo cual me parece siempre mal, y además hace que podamos confundirla con otra película de temática muy distinta, y cuyo título en castellano tampoco tenía que ver con el título original. Alguna vez he dicho que quizá la pena de muerte fuese una opción para los traductores de títulos cinematográficos. O cuando menos el ostracismo a una isla desierta en el Caribe, sin palmeras y sin playas, claro.

Por otro lado, la historia que nos cuentan no es real. Aunque basada en un personaje real, es una invención de ficción. Y eso debe quedar claro.

A partir de ahí, la ficción va de cómo una maruja de clase media-alta neoyorquina, estilista en el negocio de fotografía de moda de su marido, encuentra la inspiración para convertirse en una fotógrafa actual, que revoluciona el sentido estético de este arte en la segunda mitad del siglo XX. Y todo ello a través de su amistad con una persona que presenta una enfermedad congénita, interpretada por Rober Downey Jr, cuyo trabajo no podemos juzgar por su extrema caracterización y por haber visto la película doblada al castellano. Tardamos en entrar en la historia, que empieza morosa y sin una dirección definida, pero que luego nos cuenta unas relaciones interpersonales que no dejan de tener interés.

No obstante, el personaje de Arbus no está del todo bien definido, y no siempre es comprensible lo que hace o sus motivaciones. También puede afectar el hecho de que tal Kidman vez no sea la actriz ideal para el papel. Demasiado mona, y demasiado sobreactuada, con muchos suspiritos y ruiditos para mostrar unos sentimientos para cuya interpretación quizá no está lo suficientemente dotada, sin necesidad de estos recursos. La sensación es que Downey está muy bien, pero no lo puedo asegurar por el doblaje.

En general, el filme se deja ver, pero no acaba de emocionar del todo, aunque técnicamente la realización es más que correcta. A la dirección le pondremos un siete, pero la interpretación y mi valoración subjetiva se quedarán en seis.

Por supuesto, la película, para un amante de la fotografía, alcanza unos niveles de erotismo casi pornográfico cuando desfilan ante su mirada las Rolleiflexes, Leicas, Hassels y otros animales eróticos similares. Pero esto es un perversión muy particular.

Imagen del Teatro Romano de Zaragoza tomada con mi Leica IIIf, modelo muy similar sino igual a algunos de los que aparecen en el filme

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