martes, mayo 01, 2007

La maldición de la flor dorada (2006)

La maldición de la flor dorada (Man cheng jin dai huang jin jia, 2006), 1 de mayo de 2006.

Desde hace años, nos visita el cine chino con una variante peculiar. Las aventuras épicas de épocas pasadas con abundancia de luchas de espada y artes marciales. Y en este plan nos vuelve a visitar Zhang Yimou, que ya nos ofreció ejemplos previos de este tipo de cine.

El filme que aquí nos ocupa nos cuenta una historia que podríamos considerar un híbrido de las tragedias clásicas de Sófocles o Eurípides, con sus torturados personajes tipo Electra, Edipo o Antígona, y las tragedias de Shakespeare, con sus intrigas políticas y personales tipo Rey Lear. Pero a lo chino. Con una realización en la que puesta en escena, la ambientación, los aspectos formales, la decoración, el vestuario tiene una importancia fundamental. Quizá demasiado fundamental. Quizá nos distrae en exceso de lo que le está pasando a los personajes, que no nos llegan a entrar. Finalmente, ese destino trágico no nos afecta demasiado, porque nos hemos perdido en el barroquismo de los decorados y los vestidos, en la coreografía de las multitudinarias batallas,... o hemos estado demasiado preocupados por un posible desprendimiento de retina ante el colorido de los decorados palaciegos.

Es difícil valorar la interpretación. Nuevamente, el envoltorio de los personajes nos impide apreciar la labor de los actores. No obstante, habiendo conocido trabajos previos de Chow Yun-fat y, especialmente, de Gong Li, tengo la sensación de que no están a la altura de los mismos. Creo que efectivamente están encorsetados en sus papeles.

No obstante todo lo anterior, tampoco te aburres. Es razonablemente entretenida, así que le daremos al menos un seis a la dirección y a la interpretación con un siete para la valoración subjetiva. En esto último, reconozco que me pierde el aspecto de estas producciones. Aunque no sea tan elegante y delicada como La casa de las dagas voladoras del mismo director.

Palacete chino en el Palacio Sans-Souci, Potsdam

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