jueves, julio 05, 2007

En ruta, de Helsinki a Tampere pasando por Hämeenlinna

Se terminó por el momento la estancia en Helsinki. Hemos alquilado un coche. Reservamos un Citroën C3, pero no les quedaban y por el mismo precio nos han ofrecido un Toyota Corolla ranchera. Muy conveniente.

Las carreteras finlandesas son un continuo de árboles y más árboles, salpicados muy ocasionalmente por algún prado, algún campo y alguna población. En cualquier caso, un paisaje muy bello y relajante.



Nuestra primera parada en ruta ha sido la ciudad de Hämeenlinna, donde hay para ver una antigua fortaleza medieval, hoy en vías de restauración. Tambión sirvió de prisión, y hay un pequeño museo sobre la vida carcelaria, que tiene cierto interés. Hemos tenido visita guiada, ya que una de las guías, Heidi, habla español y le hacía mucha ilusión el tema. Es la segunda vez que tiene ocasión de guiar la visita en este idioma.


Después, nos hemos dirigido a ver la iglesia de Hattula. Muy curiosa, con todo el interior pintado al fresco, pero con unos dibujos y unas pinturas como muy "naïves". Desde luego mucho menos desarrollados que las pinturas al fresco que en otros países, especialmente al sur de Europa, encontrábamos en el siglo XV. Pero muy interesante de ver.

Finalmente, y que no os engañe la primera imagen, hemos llegado a Tampere. Sí, tiene una vistosa iglesia ortodoxa. Pero no es esto lo más importante o lo más interesante de la ciudad.

Lo más interesante es que esta ciudad fue un centro industrial de primer orden en Finlandia, pero que se ha reconvertido al sector servicios. Sin embargo, no ha renunciado a su pasado, ha conservado toda su arquitectura industrial, y la ha integrado en sus necesidades actuales, haciendo de ella una ciudad original, a la vez que pulcra y ordenada. Para pasear con tranquilidad.


Por cierto, que vamos confirmando que el "botellón" es una actividad deseada y practicada por los jóvenes de lugar. En cuanto hace bueno, los parques se llenan de jóvenes con su cajas de cervezas a pasar el rato. Supongo que consideran que bastante está oscuro durante el invierno, como para beber con los amigos en un garito pudiendo hacerlo al sol y en el cesped. En cualquier caso, a nadie parece importarle.

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