He de confesarlo. No soy precisamente lo que se dice un ardiente monárquico. Más bien lo monárquico me produce ardor de estómago. Tras los bochornosos espectáculos ofrecidos al pueblo, que acostumbrado a las teles que tenemos se lo traga todo sin sentido crítico, el año pasado con el bodorrio principesco, bochornosos espectáculos digo, que considero impropios de un país que aspira a la igualdad ante la ley de todos sus ciudadanos, la Casa Real nos ofrece hoy una felicitación navideña que debería sonrojar a cualquiera. Un fotomontaje de los abuelitos reales con su caterva de nietos que muestra claramente que es un collage de fotografías de distinto origen hecho por quien debe ser un absoluto aficionado. Una chapuza absolutamente monumental. Supongo que por el "simpático" Froilán que debe ser el "listo" de la "familia". Lamentable. Y sobretodo, la tibieza de la prensa a la hora de valorar el hecho.
Independiente de mis preferencias por un régimen que realmente implique desde sus más altas magistraturas la igualdad de los ciudadanos ante la ley, es decir, una república, creo que la dignidad de la que se supone que es la más alta representación del Estado y de la nación, es decir, la dignidad del propio país del que somos ciudadanos merece algo más de respeto. Y ésta, creo que no es la vía.
La verdad, ójala se fueran de una vez al cuerno. Y por favor... que despidan al responsable del desaguisado. Aunque sea el "simpático" Froilán.
Algunas cosas cutres en un escaparate de la Calle Méndez Núñez, Zaragoza
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