Vivo en Zaragoza. No se vive mal. Está bien. Pero hay algo que hemos de sufrir. El transporte público. Una flota de chillones autobuses rojos, como en muchas otras ciudades, con frecuencias irregulares, ruidosos, grandes, que se meten y organizan atascos. Ahora nos ponen unos largos vehículos articulados, que se supone que ofrecen más plazas y comodidad. Más atascos.
Hecho de menos los tranvías. Metros ligeros los llaman ahora. En Zaragoza los hubo hasta bien entrados los años 70. Había que ser modernos. Había que poner autobuses. Odio los autobuses.
Este tranvía es uno de los últimos que circularon por Zaragoza, en la línea número 11 "Parque-San José". Era la que me llevaba a mi casa. Ahora lo podéis disfrutar en las espléndidas instalaciones del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia. Esta y otras imágenes ferroviarias las puedes encontrar en Trenes de ayer y de hoy.
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