Al caer de la tarde, con la luna de testigo, las gentes se afanan en sus últimos quehaceres. La noche será fría, pero la ciudad todavía mantiene el calor de la actividad humana. Los coches circulan presurosos, para acabar parados en los eternos semáforos.
Para muchos, es el momento de ir volviendo al calor del hogar. Para otros, el momento de encontrarse con los amigos, tomar algo, tal vez ir al cine...
En cualquier caso, los colores de la noche se hacen dueños del ambiente y de la percepción del fotógrafo.
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